Engalanados por la fascinación del presente,
sin descuidos, abiertos, auténticos,
libres en su esplendor,
esperan los caminos, igual que ayer,
las huellas dejadas por los silencios.
Verdes que nacen para morir en su belleza
cortejando a los ocres dibujados en manantiales
de barro construidos por el viento;
azules perdidos y caídos en el suelo como escapados
– en loca y divina aventura - de su mar y de su cielo;
son los caminos de mi tierra
que me llevan y que me arrastran
más allá de donde se pierden los sueños.
Caminos donde verdades y mentiras
queriendo ser una, de la mano paseaban;
donde días y noches, testigos de promesas,
mantos de mimos al aire,
las hojas, en mágicos bailes,
otro instante para perderse regalaban.
Caminos que aún están,
que aún esperan,
que ya no importan,
que se van muriendo…de soledad.
© (jpellicer)