A veces no sé dónde voy;
o que quieren mis pensamientos, o mi pecho,
porque los días me han pedido oscuridad
las raíces de los murciélagos,
poesía sin botas para la nieve,
poesía que se queda mirando como gaviota herida,
poesía que también es una tela nevada,
¿y yo que quiero?, un descanso de árboles nublados y de arena,
sólo quiero cantar en la interminable carretera,
cantar en la corriente y los vagones tiesos de un tren
ir a lo lejos, donde no escriba en papel de vidrio,
donde no tenga ojos para la humanidad cotidiana
para la acostumbrada burocracia
para no acostumbrarme a estar quieto
y vivir en una desteñida colmena insaciable.