Derrama tu lágrima osada,
en el manjar de arenas que cubre tu posada,
despierta de tu lúgubre y serena madriguera,
y trae a mi boca la verdad de las mil noches.
Despierta fugaz de mi vientre,
Verdad, que oscura y obscena perturbas mi alma,
levántate y anda señor de recuerdos,
alza tus brazos y mantén el aliento.
Que el cielo hoy es mió, y tuyo el silencio,
anda ya, no prolongues la espera,
camina la bestia entre pies de algodón,
y el vino se añeja, al palpitar del reloj.
Ven y consúmete en llama de ayer,
atrévete a herir el cielo en mi alcoba,
y perecerá el vació en tu letargo,
dan un paso al abismo, y ven…
Ven que la noche es casta y santa,
acércate, ¿acaso rey sin cabeza temes no vencer?
con luz de tinta, ebria de mi ser,
pintada a fuego veras mi sombra al sol caer.
Y como alfombra de aurora,
mi cuerpo se despliega en la inmensidad,
despierta chacal y camina en esta tierra,
sobre trozos de cristal,
calla, que tu garra honda con mi sangre llora,
calla, que tu vos en grito ya nada logra,
atrévete a rasgar las telas, a romper la piel.
huye mientras cae el atardecer.
Que a mi alma temes, y de mi boca huyes,
que en mi lecho mueres, y en silencio lloras,
retorcido creces y entre hiedras caminas,
en la monotonía que encierra tu alma perdida.