Del cielo anémico
un ave inverosímil
cazando estrellas
ameniza el áspero vivir.
Espantados los grillos
esclavos del mar en selvas
van en lluvia rociando lágrimas negras
y todo llanto es oscuro pensil.
No se agradece
inmolada la sangre
si hambriento aún serpea el cascabel
por la tierra donde no fluye la miel.
Oprimido el arroyuelo de tambores
la floresta inútil pide en hoguera la pasión
pero sólo gemidos sedientos a pavores
cargan el sacrificio inicuo del corazón.
¡Para qué tanto verdor edénico!
¡para qué tanto sol!
Si a velo del silencio
muerte y desolación.
Todo es oscuro pedernal…
África… tumba de un dolor universal.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso