Días iguales, días grises todos,
sabía que había colores más no los podía distinguir...
Te dejé atrás porque no quisiste venir conmigo,
me fui de ti y fue como si en el mundo se apagara la luz;
como si caminara en la cuidad de los muertos,
allí donde ya no se siente, donde ya no se ve más.
Era todo monotonía, los mismos días grises:
las mismas personas hablando de lo mismo
y sin embargo, jamás supe lo que decían.
Estaba desconectada de todo a mi alrededor,
dejando que a su antojo el vacío me consumiera.
Te amé y nunca te lo dije...
¿me amaste? no lo sabré...
Moriste... no supe cuándo, cómo ni dónde...
tus perseguidores no dejaron de ti ningún rastro;
hoy me alegra decir que esos asesinos
no pudieron eliminar del mundo lo mejor de ti:
porque no pudieron borrar tu mirada amable,
tus palabras de aliento, tus gestos de ayuda sincera,
ni la sensación que exhalabas de que todo estaría bien.
Y fue así, con el recuerdo de las últimas personas
que tuvieron la fortuna de verte por última vez
que me alejé del vacío y volví a sonreír.
...Klara Liboch...