Quizás no alcancé, ni la vida me alcance
ni la muerte alcance el sufrimiento,
quizás ni el tiempo nos alcancé,
ni siquiera las lágrimas llenen el vacío
para poder decirte quietamente te quiero.
Me confunden tus ojos,
la rosa mosqueta de tu piel,
y el silabario de tu boca.
La vida me confunde al sentir tristeza;
la muerte confunde al destino
y en la noche, la oscuridad confunde a las sombras,
sí del amor; la distancia es pura,
y no alcanza con sentirte
vestida en el silencio,
en ausencias del rostro
atenuado en las galerías
en pasillos donde he perdido tu huella,
y en la sordera, he perdido tus oídos
perdiéndome la voz
cada vez que apagas la lámpara
al lado interno de tu corazón…
Ni del catre supe de la muerte,
ni de la cama, féretro de la ausencia
supe de tus labios, al perderte-
sobre estante de ojos
y bocas caminando
al frasco
-en silencio-
en el rechinado libre de tus cabellos
cuando ya no sabes de vida
y con ello me llevas a la muerte...