Con ruido en la nostalgia,
usted perseveró con su recuerdo y conquistó el silencio,
siempre mirando la tarde y su penumbra,
montada en su caballo ojeroso, con su sombrero viejo y su chaqueta de cuero.
Tal vez quiso escapar del olvido y buscó un nuevo camino,
y entre andar y andar tropezó nuevamente; pero echóse a andar,
entre tequila y polvo en el viento,
usted no supo contestarse a dónde dejó su amor.
Tuvo que ver mucho los impulsos en su alma cuando usted tomo las riendas de su tiempo,
y fue en ese preciso momento, cuando brotaron lágrimas del manantial de sus ojos,
más; sin embargo, utilizó el llanto para refrescar sus ganas,
y sin pensarlo dos veces partió del pueblo del adiós.
Por entre las ramas caídas y las hojas secas,
usted distinguió un poema roto,
escarbando entre los minutos y las horas, usted fue encontrando pedazo a pedazo,
y pudo leer un día, el mensaje de amor que ahí se escondía.
Nada más queda por escribir, tan sólo que usted habló con su corazón,
regresaron los latidos y un beso escondido,
y regresó también una palabra en la barca del sonido,
tuvo que esperar a que escampe para distinguir el horizonte,
hasta que se encontró con su sueño y su perdida sonrisa.
©ricardo_felipe
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