Uno de color rubí,
el otro, matiz negro;
uno de sabor frambuesa,
el otro, con gusto a infierno;
uno de valor puro que hizo decir sí,
el otro, ciego de dolor, me mostró tu seño;
solo el mirarte para observarme como tibia rosa
fue lo que resultó suficiente para ser de tu cielo mi credo.
Vito Angeli