SONETO A LA HIERBA
Verde precipitado, cabellera untuosa,
hay tanto de tu presencia en todos
los rincones de la vida que veo
mis años a tu celebración enredarse.
Eres mañana y noche, glauco brillo
y furia, vientos elevan tu tallo mínimo
en la sorpresa del año. Con cada año
tu llegas y te vas con las valijas
nutridas que la naturaleza concede.
Ah… a veces dormía sobre tu vientre.
Eras mi sábana en la nocturna campiña.
En océanos de verde blando yo caía
como las frutas del verano. Siento
en mis palabras tus aromas tácitos.
SONETO A LA MOSCA
Vuela su desarrollo parejo, botón
de nuestra mesa cotidiana, capullo
incesante de la casa, eres dueña
de todo lo existente, amiga atómica.
Conoces geografías de rincones,
ves la vida muchas veces al mismo
tiempo en tu estrecho sentido.
La noche se apuró en tu cuerpo,
el cielo cayó en tus alas de aire,
en los ojos te viven copas irisadas,
existes en el instante preciso
del tiempo fugaz. Tu azulado, verde
disfraz no hace más que embellecer
el vuelo de cometa lustrado.
SONETO A LA NOCHE
Se oye como una campana bajo
el agua, como la boca de un tigre
en el sueño se abre. Quieto capullo
oscuro, enterrado en una galaxia
crecida como un puño viviente y
poderoso. El palidecido ojo único
escudriña los secretos palacios
del sueño. Uno a uno como del humo
distantes talismanes van surgiendo.
Tiembla un océano de lóbregos
laberintos después del crepúsculo.
Sólo el alba de ardiente trigo levanta
nuestros hambrientos despojos,
eriza nuestras centellas desnudas.
SONETO A LA ORACIÓN
Palabras de palabras nos llenamos,
en el fecundo verbo crecieron
las frases que día a día
nos dieron cabal sentencia.
Palabras de locura agitada,
esperanzas de verdes tallos,
risas de briosos dientes,
copas colmadas de vino.
Manjar de la letra generadora,
alfabeto de montañas léxicas.
Ímpetu de signos antiguos.
Canto la canción de mi romance,
la mañana también es un verbo
que levanta la pereza del silencio.
SONETO A LA PIMIENTA
Trizas de leves redes ríspidas,
lengua desorientada alejándose,
huyendo del rabioso polvo
que la hechiza con tridentes
pálidos. Boca mía, excitada.
Quiero esta fiesta para ti, boca.
Piénsala como la fiesta
que la comida nos ofrenda.
Blancuzcos helechos que vienen
en borbotones de vientos
y espejos rizados. Muda
tortura fugaz, hermosa tortura,
indispensable aspereza,
fiebre blanca roja negra …
SONETO AL AIRE
Desde un cielo virgen bajaron
alas cristalinas, despejaron el polvo
que entristecía la tierra. Plantas,
ríos, bestias, montañas sintieron
el pulmón celestial que en asombro
reventaba. El cielo rugió desordenado
con las sorpresas principiantes,
brincaron libertades en oleajes.
Llegaba el viento, llegaba el padre
vendaval en su trono de ardientes
detalles de la vida, renovados
tesoros que lentamente las nubes
por años enteros fueron puliendo
en los edenes solitarios…