Ella y él frente a la ventana silenciosa
una tarde de enero en la ciudad,
mirando cuando el cielo arrebolado
pintaba de rojizo la tarde moribunda.
Ella y él con la mirada fija, de pupila a pupila
de corazón a corazón, de alma a alma,
de piel a piel, de beso a beso, de sexo a sexo,
de suspiro a suspiro muy bien acompasaban todo.
Ella con sus cabellos negros, rizos,
con sus labios de fuego y hechicera sonrisa.
Mientras el sol sucumbía en el océano,
esos dos cuerpos entregados mutuamente
al placer que el amor les bridaba
y mientras mas avanzaba la noche
más y más los amantes excitados,
como dos locos se destrozaban la piel a besos.
La alcoba, cómplice de este idilio.
y la noche estrellada desde arriba
cantaba su silencioso canto nocturnal
y la media luna lloraba desde su trono,
no sé si de celos o alegría
y en el nidito de amor los amantes furtivos,
exhaustos de placer volando al infinito
desnudos yacían agitanado latidos.
Una lluvia de te queiros se oía en el cuartito
mientras la noche les cubría con su manto;
las miradas reflejaban el amor y la dicha
y entre suspiro y suspiro se quedaron dormidos.
Eugenio Sánchez