PETALOS DE NOCHE

Del silencio... Al dolor...





Miras desde la penumbra,
en la lejanía, me miras...

Desde la sombras te miro,

¡No me quites la boca!
sin masticarme la sonrisa ¡No...!

No me quites el aliento..., -desde la ausencia-
cuando del pavimento me abrazas,
la lluvia cubre mi cuerpo, -tu aliento muerto-
en lágrimas siento perder la vida... -Un adiós calladamente-


Me quitas la cara,
y con ello la mirada...

(...)

Desde los corales enterrados en la arena
cuando sabes a sal, y el mar está en tu espalda,

cuando eres nostalgia..., y desde dentro del mar
me dices calladamente te quiero
hasta asesinar mis ojos, con un te amo anclado,
cuando soy anzuelo, atrapando a la muerte... 

(...)

Desde peces volando en el cielo,
y aves nadando en el mar,

cuando ya he sido sed para el tiempo
y los relojes se tuercen en un gemido
esperando manchar el espacio
acotado en el silencio... -cuando no sé de astros-

para brindar en la copa de tu cuello,
y dejarme intimidar por la vid de tu cuerpo,
inventando las uvas de tu pecho,
y desde la cercanía desvanecer en vino,

Al tibio licor de la pasión que osas borrar
cuando más quiero acallar este corazón... 

(...)

En la ribera; las aves se ahogan
y en los focos; peces caen...,

cuando caemos, y cae el cielo,
y el mar se derrumba
mintiéndole a la vida,
y la muerte mastica, -te mastica-
me mastica en un alarido...,

acallando las voces de las avenidas,
cuando dejas tus cabellos caer al pavimento,

y de noches perdiendo tu recuerdo,
en desvelos te siento,
en desvelos muero...,

(...)

Bajo párpados de un cielo achurado
cuando del ocre. el sombrero del sol
desvanece los focos, para apagarte...,
en la letanía apagarnos...,

cuando se dibuja un sol manchado a lo lejos,
entre borrones tu boca cerrada
y mis ojos durmiendo...

Entre el quebrajo silencio, cayendo; cayendo... 

Nos decimos apagar al sol, cayendo cayendo,

Nos decimos cubrir nuestros cuerpos al horizonte, cayendo cayendo,

Nos decimos pulsar los dedos el cielo, cayendo cayendo...

Nos sentimos morir tras ver la mirada de un sol moribundo,
cayendo cayendo nos unta el cielo,
para ser atardecer de un ocaso en vuelo...





En la burbuja, cuando ya no siento mi nombre; el apellido de mi espalda se pierde, al parecer se llamaba Parra...
Las fechas siempre se corren en las medias de piernas olvidadas, creo que es Otoño...
Desde la ciudad de los amaneceres, al encuentro de un sol muerto, la ciudad gris siempre se levanta... Y mis ojos mueren cuando todos caminan y levantan el polvo del aire...