Un sueño que fué y que se va desvaneciendo,
como una partícula de polvo que se pierde en el infinito,
tal como una estrella fugaz que desaparece en el cosmos
y solo queda el reflejo de su luz impregnada en nuestras mentes.
Dejando en nuestro interior rasgos de impresión,
cultivando en nuestras conciencias dudas minuciosas,
que despiertan el interés de saber cómo apareció,
desapareció y a donde va a parar dicha estrella.
Lo cierto es que nadie lo sabe, aunque tuvo su punto de partida,
punto que cada vez, se hace realidad en nuestras vidas.
Realidad que nos envuelve y que va tomando su forma,
creándose como a un ser, que poco a poco se concibe
y llega a la luz; como uno más en esta vida,
que se une en el tiempo, llegando a ser parte de la brevedad de los días.
Días que van y vienen, perdiéndose en esta oscuridad acuosa,
extraviando nuestros sentidos, que nos guía a una calamidad penosa,
confundiéndonos en el saber, en que la humanidad se ha embarcado,
naufragando en los mares de las ideologías que se han creado.
Y el hombre como siempre combinando lo real con lo falso,
cambiando la justicia, amparado en densas tinieblas,
confiando en su injusticia, trasformando la verdad;
esa guía que está sujeta, y es dueña de la eternidad.
Transcurre el tiempo así y esta fantasía no para,
y la luz se apaga llevándose consigo lo eterno,
esa esperanza que fluye como el manantial de la vida,
conocido por pocos como fuente de verdadera guía.
Aunque por ahí dicen muchos, que es producto de la mente humana,
aunque la humanidad se afana, sigue empeñándose en sus caminos;
yendo en sus designios, no se dan cuenta que están perdidos.