En cada palmo de tu piel estoy,
yo me quedo en la orilla y corro por la costa,
caigo inerte a tus pasos
y me destrozo el pecho entre los riscos
sangro queriendo encontrar tu aroma.
Como bestia salvaje vienes en busca del rojo néctar.
Tengo un pacto trazado con la muerte:
hasta saciarte.
Le pongo el pecho a la distancia
no aparto los cuchillos
me siento culpable
y homicida.
Repito mis miedos
no renuncio a lo vivido
masacre de besos prohibidos,
te veo inerte inocente y desnuda
descubriendo contigo
el único misterio repetible.
Desnuda,
sola,
indefensa,
a los latidos del nacimiento.
Quietud interrumpida
temblando por tus ojos
buscando en los desechos del olvido
remembranzas de lo vivido.
Quiero que un diecinueve de mayo
me invites a pasar a tu alcoba
y desnudos descubramos la mañana
yo en tu pecho
tu en mi ser,
se agotaran así las ganas de vivir.
Las calles serán las mismas para entonces
afuera se acabara el mundo
y al despertar,
preparas la piel,
el corazón
las ganas de vivir.
Quiero medir la tierra con tu espalda,
quiero sembrarte aquí,
donde te vivo,
donde grito tu nombre
y responde el silencio
donde no duermo,
porque me faltas.
La oscuridad tiene tu olor,
cierra los ojos
toca mi cara.
Perdona al porvenir
inocente delirio de versos
vuelo insaciable de sexos.
Sálvalo en la memoria de tus manos.
Me he visto clavándole los ojos
buscándole el corazón por todas partes.
Puedes venir descalza,
con los ojos cerrados.
Yo estaré en cada futuro
caliente y húmedo como la tierra.