-Unas palomas juegan en la cuerda floja-
-Unos cuervos juegan con ojos acomodados en el universo-
Y desde la sinceridad de apagarse
las aves voltean el cielo,
encumbrarse en la sonoridad de espejos rotos...
Desde dentro la fruta mal comida,
se come así misma,
mordiendo sus venas y con ello
un sentimiento pleno,
en el exilio del gusano con nombre: veneno...
Desde fuera mariposas
acabando en el marchito vuelo
de surcar pétalos
y con ello la flor
en plena nostalgia
arrancarse los cabellos
y con ello la vida
más allá de la muerte
cuando se le da alimento
hasta llenar la garganta
de asfixia mueren las palabras...
Entre el vacío,
el origamis desdobla un gesto,
de ataúd la calavera
se ajusta a un rostro de metal,
de la carne al torso desnudo,
la calavera se ajusta a un despertar
sí quién pueda crear
un corazón; músculo sentimental
en la oscuridad tan plena
de acotar una palabra muerta...
-Los cordones se enhebran en zapatos viejos-
-Los zapatos se quiebran en pies marchitos-
-Y en la espera, las huellas pedalean;
sobre el rotor las miradas vuelan
fumándose la vida
en el tabaco de quererla
y en el vicio de olvidarla hasta amarla...-
-Quizás no deba pedalear
y deba caminar, quizás;
sí en un pulmón refugiarme
y en la contaminación
abanicarme con la fornicación
de acabar siendo expresión,
y en ello amor, dolor,
en ello corazón, motor,
en ello yo, y unas cuantas monedas
tiradas en las sábanas arrugadas
del unísono cuando más no habla-