Y con desanimo vi
el cielo desgarrado en sepia y gris,
vi mi cuerpo subyacente acabado
en el cerámico de cristal,
entre la epístola de mi alma
y mi presencia morbosa ;
mientras una fría y fugaz gota
rondaba mis mejillas y mi boca.
me sentí caer, sin poder caer del todo
al aire noctámbulo que me aqueja,
sin poder reconocer mis sombras en suspiros,
cuando sobre mi lecho he recurrido
a la trivial costumbre de mirarme,
mirando al techo como fabula para entretener,
así he visto a los lienzos,
como finos hilos de tensión
oriundos de mi alma acongojada,
pintarse tenues de moho en mi alborada;
y el hedor a encierro que ya es macabro,
consume mis últimos momentos de razón,
haya donde el tiempo es nítido,
donde morir es sinónimo de vivir sin vida,
y todos los caminos conducen a la gloria,
gloria que no busco, y no necesito,
gloria que para ser gloria,
se roba el brillo de esplendor,
de modo que mi alma, cada día muere añeja,
extrañada de lo que alguna vez la hizo sentir,
¡y si! nada es lo mismo ni como solía ser,
¿por que eh de sufrir sin sentir mas nada?,
mas mis sueños carceleros como fieras a mi encuentro,
atacan mi pasión inherente,
siendo esta desollada por ellos,
mas me encuentro en el limite del tiempo,
entre la pasión y la cordura de ser yo,
entre la nostalgia de la fe que no se agota,
y el vivir sin fe y sin vida esperando lo que toca,
y mas si, si estas no son fervientes letras,
o letras de un poema épico y mortal,
¿ que mas da si la vida rima en una estrofa?,
¿Quién comprende la agonía del que escribe?,
me da igual hablar metáforas casi incomprensibles,
por que es mi ser quien las describe,
discúlpenme si osadamente llamo a esto poesía,
pero, ¿que es la poesía sino yo misma?,
¿que es sino el arte de describir el alma?
¡si, esta es mi poesía!
Entre el limbo y la prudencia de no ser.