Hector Adolfo Campa

Llanto...

Siento como la piel se eriza…

Sensación que explota bajo los parpados…

Miles de momentos, me están quebrando…

Solo queda esta canción que paraliza…

 

¿Cuantas veces no he llorado?…

Ese placer que desahoga cada encrucijada de antaño…

Cada piadosa sonrisa, cada momento perdido…

Me miro al espejo, conozco a un extraño…

 

Simple melodía que resuena con el viento…

El que se aleja como titubeando,

temiendo volver a caer en ese sentimiento…

¿Por que le temo al llanto?…

 

Una ilustre dama me toma de la mano…

Me cuenta secretos, cosas que cualquier alma en las suyas ha tomado

y aun así, nadie le reconoce, aunque tantas veces ha llorado…

En el memorándum dice que por ella, por ella somos humanos…

 

Me siento renacido cada vez que mi alma sangra por el claro de mis ojos…

¿Por qué un sentimiento petrificante es tan puro?

¿Por qué en las grises alas de su canto nos protegemos?

Sera por que cada que lloro, vuelvo a nacer? ya no hay despojos…

 

Como el infante que llora al entrar a esta ironía llamada vivir…

Como el recuerdo que brota entre las vivencias febriles de un anciano…

Como los gritos de un violín que llora lo que su músico a de sufrir…

Como los fieles al sentir la magia del vaticano…

 

Es sentir la fuerza del infinito, y tener que volver a nacer…

Un sentimiento tan fuerte que brota y cae ala tierra…

Como lluvia, como monzones del ayer…

Como la sensación de un ave que nuestro pecho ha de recorrer…

 

No es un tormento, es un dulce recuerdo…

Saber que estoy vivo, y que tanto puedo vivir…

Es lo que se refleja en las finas lágrimas en mi parpado…

Es lo que me produce el líquido expreso de mi sentir…

 

No sufras por llorar, goza por tus gotas de arcoíris…

Goza por alcanzar lo que ningún otro ser puede…

Ese increíble don, que convierte un ojo en nube gris,

la que al tanta vida soportar, cae a la tierra, y la existencia sucumbe…

 

Eso es llorar, un respiro de despertar…

Una sonrisa de dios en cada lagrimal…

Un salado caudal que corre desde nuestro pecho, un océano sin final…

Es cantar entre los ángeles, con cada sollozo, como renacer a un nuevo andar…

 

El sentimiento más puro, que cuando naces te obliga a respirar…

Vals de los recuerdos, libro de líquido forjado por anhelos…

Tan simple y tan inmenso, solo se vive, no se puede descifrar…

¿Por qué debo temerle al llanto? Si cada que vivo he de recordad el por que de mi palpitar…

Mi palpitar que a veces, entre lagrimas cuenta un millón de cuentos…