Amanece el otoño y la mañana
se arropa de neblina nuevamente.
Un resplandor el sol muestra, renuente,
sobre el tañido azul de una campana.
Tu voz, tu dulce voz se deshilvana,
tu rostro se disipa lentamente;
entre el murmullo opaco de la gente
son espejismos de ilusión lejana.
Mientras el frío pliega los jardines,
se anidan en mi pecho los jazmines
que perfuman tu cuerpo de quimera.
(Con la inquietud de sueños y de andares
emigra mi tristeza hacia tus lares
para unirse a tu tibia primavera)
Derechos reservados por Ruben Maldonado.