Como el mar apurado.
Que viene con fuerzas y lo llaman mis imanes.
Su caer y estirar de labios como almendros de playa.
Te trae a mí.
Te trae a mí, tu seducción quieta, que adelanta tus
ojos clausurados y silencio estrepitoso,
a un tendido favorito de extensos abrazos.
Donde su voz florece en un encuentro terrenal.
Te trae a mí estos cientos de pasos.
Cuando el puente se forja y se extiende.
Y su compañía silbante oprime mi cuerpo.
Te trae a mí…
La lluvia, muy cría que sea.
Las olas, muy variantes,
y desvariadas que vencen una mirada forjada.
Soplas una mirada finalista en cada comisura.
En cada humor vives y haces tú nido inmediato hogar.
Humberto Velásquez
21/03/2012
7:30 p.m.