Estoy solo frente a una taza de café.
Buscando tus ojos. Sólo buscando…
tus codos, tus mejillas, lo libre de tu pelo
y tu forma de hablar.
Busco además tus dedos
con sus uñas de a mentiras,
lo delgado de tus labios, esa forma en que me miras,
y tu risa angelical.
Me conformo con tomarme cuatro tazas de café,
unos cuantos sorbos de agua
que no los quise contar;
por pensar en tus lunares y esas noches junto al mar.
Hoy me siento invisible, casi nadie, y,
hasta me creo ajeno a este lugar.
Tengo horas en mi mesa deseando verte llegar.
Coincidencias que nos atan, que nos unen,
hemos logrado mirar.
¿Sera que todo esto, en tu ausencia,
llegue un día a naufragar?
© Armando Cano.