Perdóname si hoy te hago daño...
al recordarte que yo aún te amo,
esta lejanía me causa nostalgia
y tu ausencia se acrecentó en el alma.
Al no poderte estrechar en mis brazos
yo también sufro esta cruel condena,
sintiéndome triste, vacía y sin abrazos
y esta insondable soledad que me condena...
A sentir mariposas en mi vientre,
pensarte más, cuando estás ausente,
amarte con el alma y no tenerte,
buscar cada rincón para quererte.
No ansío que llegue hasta mí el olvido
y borrar lo que junto a ti he vivido
y que se convierta en un amor yerto,
durmiendo igual a un pájarillo muerto.
Llegase hasta mí el olvido, solamente…
si estuviese el sentimiento inerte;
pero mi amor repele a la muerte...
se viste con coraza de añoranza
y en su pecho tiene escudo de templanza.
Aunque a veces pareciera estar callado,
lleva el grito vencedor, bien camuflado...
El corazón se ufana de ser valiente,
batallando, cuerpo, a cuerpo, con la muerte.
Cuántas veces olvidarte quise,
cuando los días se tornaron grises,
él, mi corazón, me aclamaba, acelerado...
que no dejase el amor, encarcelado.
Cuántas veces me rogó que no te olvide,
cuántas veces luche para olvidarte
y no pude con la lucha… fui cobarde...
¡Pensé... para olvidarte, ya es muy tarde!
Entonces, renuncié a ese olvido,
reviví lo bello junto a ti vivido.
Hoy, este corazón está triunfante
y lleva el amor como estandarte.
Felina