Ana Maria Delgado
CARICATURA DE UN HUMORISTA
En medio de la saciedad de sus delirios,con su hermetismo burlesco,desvelado, maltrecho, con la mirada extraviadasofocado entre la ceniza fría,adherido a sus internos lamentos quebradizos,sin ser capaz de oírsin ser capaz de hablar a razón de no gastar palabras. Ante el panorama sombrío e interminable,ante el presagio detestable e inevitable de su finy el festín malsano de sus temores,no ansia evadir el daño o asumir su angustia,ni olvidar las cosas que oculto o desvanecer sus silencios,ni quebrar sus odios o menguar su ira,ni llenar los vacíos injustos intentando olvidar ausencias, ni despegar sus pies de la realidad antes de tiempoo borrar de su memoria sus impertinencias. No busca volver finita su impaciencia,ni contemplar en la oscuridad su sombra,o resucitar su esperanza marchita,mucho menos pretende volver la noche día,ni calentar su vida con el recuerdo de un aliento tibio,ni apagar con lágrimas su efervescencia tardía,o tener lo que hace rato ha perdido. Al borde de su locura,intenta armar piezas sueltas y revueltas,desandar sus pasos,leer desde atrás hacia adelantecada página de los episodios de su vida,tratando de entender sus ilógicos actos,los hechos verosímiles,la vaguedad de las cuestiones inútiles,la matriz de sus pensamientos subversivos,el resultado de sus momentos de dudas y disertación,las ganancias de sus ratos de ocio y de licor,descifrar lo dolorosamente perceptibley lo inmerecidamente imperceptible,los espacios de luz y oscuridad,los movimientos de su cuerpo y de su lengua,la fijación de sus ojos,cada percepción de sus sentidos. Aprender la lección al final,languideciendo en el tiempo,celebrando la muertesin su viejo violín en las manos,lejos de la ficción deforme,sin alarmarse ya por los insultos anónimosolvidando frases memorables de carteles corroídosborrando para siempre direcciones y fachadas,desnudo… sin aire, sin agua,avanzando a tropezoneshacia el paraíso o el averno,lejos de la mirada y el alcance de todossin ser imagen y semejanza de nadierefugiado tras la puerta traseradonde poco a poco se apolillaron los clichés. POR: ANA MARIA DELGADO P