Enfermaron las hojas...Se han caído
cual si fueran ya muertas ilusiones;
y van rodando en húmedos montones...
Me parecen las notas de un quejido.
Las brumas,su dominio han extendido,
robándonos espléndidas visiones;
y se adueñan bandadas de gorriones
de las zonas del campo enmudecido.
No es la muerte...Su sombra entelerida
es tan sólo un heraldo de la huesa...
pero nos deja el alma estremecida.
Es la agonía...El estertor empieza;
y la tierra,sin fuerza y abatida,
dobla,lánguidamente, la cabeza.
Julio Carbonero López.