Entendí cada beso formado a la distancia, conocí la mirada desparramada en mi sonrisa, acabé cada página que mostraste de tu vida. Entendí el concepto de tu abrazo, el sabor agrio de tus lágrimas. Entendí todo de ti, pero no comprendí nada. Tu presente es distinto a tu pasado, y por tanto quizás seas un espejismo que esconde el verdadero nombre en otros actos. No sé quién eres, aunque ahora sé que en tus labios abundó el olor a Tekila, que tu lengua no fue santa, que tu sombra arrastra los malos comentarios.
Por creer que entendía todo, no conocí quién eras, y ahora con mis actos no sé quién soy yo, porque creía saber qué principios yo seguía, pero los dejé a un lado por lo que me dijo mi corazón. No sé qué hacer, no soy yo quién está actuando, es el sentimiento que me tiene a ti atado, que me hace ser un extraño.
No confío plenamente en ti, después que tanto lo hacía, no sé si tanto me amas, cuando estaba tan seguro, no sé ya qué es el orgullo, ahora por cualquier cosa dudo. Me convierto en un desconocido, que ama a una mujer que no sabe quién es en realidad, que desconfía de sus palabras, que quiere creer en sus lágrimas.
Soy un extraño que hace lo que antes no, que soporta el desierto que ella le ha venido mostrando, la sequía en lo que antes creía un manantial de amor, que pide a gritos el cambio, que hace todo por mantenerla junto a él. Un desconocido que pide no haberse equivocado, que espera de ella el mismo amor del cual el le está dando, sin errores, sin pasos errados, que le haga volver a recuperar la confianza, la ilusión bella.
Soy un desconocido, que quiere volver a vivir el presente, el presente del pasado que contigo fue formado, que quiere decirte cada día te amo, que sienta la verdad de ti cuando se lo correspondas, que quiere conocer a esa nueva persona que desconoce, que espera dejar de ser este forastero que llegó, que quiere darte solo del más lindo amor, y recibir lo mismo de ti.