Tú no eres el poniente
sino el oriente,
de la existencia,
que vislumbra mi vida.
Tú que en tu belleza
tienes el destello,
que llega a los confines,
de mi ser,
y como un relámpago,
la llenas de nuevos amaneceres.
Tus pechos como tu boca
hacen líricos mis labios,
bañan mis oscuros recuerdos,
cambiando la fusta,
por la que arrimo,
cuando no estoy contigo.