Suculento fruto fresco
brotado de la fértil tierra
alimento para el hombre
a mis manos vienes a parar.
El abrigo que cubre tu jugosa pulpa
retiro por mera solemnidad
cortés, como galán de cine
escena nominada para galardón.
Tan ácido como dulce
deleite de mi exigente paladar
lo muerdo, lo chupo, lo lamo
lo saboreo sin tabúes, ni pudor.
Se desgaja con facilidad
pero yo lo parto por la mitad
con la navaja de mi lengua
hasta su vientre alcanzar.