Para que me creas, acepto.
Casémonos el día que prefieras.
En el lugar que escojas por afecto.
Puede ser en una duna,
O rodeados de agua y cuatro mares.
Invitaremos silencios,
Guitarras amigas de cigarras
Oboes, clarines y violines.
Nombraremos de pajecitos
Dos pinguinos, igualmente enamorados,
Vestidos con su esmoquin de costumbre.
Y sus pisadas bamboleantes y chistosas.
De argollas buscaremos
Estrellas fugaces caídas desde el cielo
O retoños de arbustos, o molinos de viento
O aureolas sin santidad santificadas,
Del tamaño delgado de tu dedo
Y grueso tamaño por si acaso.
Sembraremos en la mesa,
Dátiles, mangostinos,
Patillas y melones,
icacos y caimitos.
Pitahayas, mangos y cerezos.
No olvidaré ordenar como regalo
Langostinos al ajillo para tí, mi consentida.
Sonarán sonatas, y odas nerudianas,
Vallenatos, bachatas y música de cuerda.
Bailaremos flotando, sin tocar el piso,
Presentes y ausentes a la vez.
De carruaje escogeremos
Entre corceles o camellos,
Entre caracoles o libélulas.
Prefiero los más lentos para demorar
Nuestro periplo y perpetuar tu cercanía.
Nuestra luna de miel, no será de miel,
Demasiado insípida para este amor.
Será de besos, y caricias repetidas,
De caricias repetidas y besos,
De sonrisas, de risas y de rictus.
Será de nosotros fabricado por nosotros.
Nuestra boda será irrepetible,
Inimaginable por cualquiera,
Será amarillo, ocre o azul oscuro,
Será al fin de cuentas
Un arco iris llenando nuestras vidas.
Será Dios, pensando, amando y perdonando.