Hoy que no estás, ya no hay nada…
tu silencio me aprisiona;
te sueño sin la persona…
¡Vuelves tan enamorada!
Se crece en mí, la alborada
precoz del instante aquel,
cuando en un visual bajel
mis ambiciones prolijas,
se fueron por las rendijas
de tus pupilas de miel.
Después me pierdo en la fruta
de mi boca preferida,
cautivo de la mordida,
de la lengua que disfruta.
Viajo a tu alma impoluta
donde viví mil excesos.
Libero todos los presos
sentimientos del placer
y poco a poco, al volver,
me despierto sin tus besos.