En la quietud del sonido esperado,
una hoja de otoño
se desliza –en danza sin igual-
por el murmullo de un suspiro,
dibujando estelas de amor
entre los recuerdos del ayer
que se tocan con los dedos inventados
del que abraza en soledad.
No busca su momento
esta emoción que te envuelve,
vuela libre tras su estela
vuela lejos, vuela…vuela.
Callado sientes el eterno discurrir
en ese tránsito imposible que separa
la vida de la muerte;
es el mismo que se vuelve a inventar
y que en prodigiosa liturgia,
nuevo regalo de la naturaleza,
la hoja de otoño, desnuda, libre,
ves que se deja llevar…
© (Jpellicer)