Nunca me dejaste, nunca te deje,
nunca nos dejamos, aquí estoy nuevamente,
sintiéndote cerca, como la primera vez.
He estado siempre a tu lado,
aun en las noches más largas y oscuras;
contemplando tus silencios.
Sueño que algún día, podré tocar tus labios
y saciar mis deseos; quitarme estas ganas de ti.
Sueño estar en tu vida enlazada,
haciendo el amor; y con pasión me entrego a ti,
sin restricciones.
A pesar de nuestras distancias,
somos fieles y silentes,
a los fantasmas que nos acompañan;
en nuestras noches de inmensa soledad.
Las preguntas surgen en mi cerebro torturándome,
haciendo de mis pensamientos las respuestas sin palabras,
solo letras que van y vienen sin sentido,
buscando rimar,
para escribir nuevamente un poema.
Se confunden mis ideas
por el solo hecho de pensar en ti.
Todos mis pensamientos
que ahora están guardados,
me persiguen en mis noches de insomnio;
ya que tú presencia mi cuerpo anhela.
Y en esta noche gris y de llovizna,
despierto a los sentimientos que quería olvidar.
Me siento en una tormenta del desierto,
disolviendo cada grano de mi vida
en un lejano horizonte infinito.
Mis ojos están tristes,
donde quiera que esté,
tu presencia golpea
como un eco que resuena en mi mente.
Hasta la última gota de mi corazón
se convierte en piedra,
hace más lento el silencio
de una caída final de la lluvia.
No quiero que a la sombra de una noche,
mis lágrimas fluyan hacia el pozo de una pesadilla;
y que se queden ahí para siempre.
Por qué me dejas así,
a la sombra de mis más oscuros pensamientos.
En esta noche,
el viento azota el desierto,
que sopla
a través de un espacio,
en un tiempo lejano,
en la distancia.
Sumergida en el silencio
me acompaña la nada,
y estás detrás de cada velo,
de cada máscara.
Puedes pedirme que haga retroceder
los relojes de arena
y regresar al tiempo que nos conocimos,
pero por favor
no me pidas lo imposible;
no me pidas que deje de amarte.