Antonia Ceada Acevedo

Se contemplaban en silencios

Se contemplaban en silencio

Dedicándose una sonrisa forzada

En la morada del dolor y el auxilio.

Ya, no se adoraban, murió el rosal

Que trepo entre sus cuerpos,

Aquel sindicato en sus almas

Cerró las puertas al obrero...

 

Se contemplaban en los silencios

Retrasando la razón a oscuras,

Llorándose para adentro.

No la ama, pero sigue oliéndola.

No lo ama, pero no dejo de planchar sus camisas.

Uno a otro ,otro a uno se mantienen

Hablando a las gentes : “mi marido”...”mi mujer”

Quizás a ese sentimiento de culpabilidad disculpada;

El dolor de espinas añejas clavadas.

 

Se contemplan en silencios

Agonizante desciende la ternura,

Y  el templo de la pasión

Se desploma a sus pies.

No tienden al viento  los te quiero,

Con el beso de antes de dormir disimulan

Y en el blanco lecho se dan las espaldas.

La penitencia sobre la almohada

Discute con la utopía;

Ella con aquel novio que siempre amo,

El con la amante infiel  que se fue...

Así pasan los días;

Con las ventanas cerradas al sol.

 

Se contemplan en silencios

Con sonrisas forzadas,

Con los respiros quietos...

A la espera de que la muerte abrace

al mal ,al bien, pasando en el tiempo

sin bienvenidas  y  sin valor...

 

 

 

 “cuanto duele la soledad que se siente acompañadamente solo”

 

ANTONIA CEADA ACEVEDO