Se contemplaban en silencio
Dedicándose una sonrisa forzada
En la morada del dolor y el auxilio.
Ya, no se adoraban, murió el rosal
Que trepo entre sus cuerpos,
Aquel sindicato en sus almas
Cerró las puertas al obrero...
Se contemplaban en los silencios
Retrasando la razón a oscuras,
Llorándose para adentro.
No la ama, pero sigue oliéndola.
No lo ama, pero no dejo de planchar sus camisas.
Uno a otro ,otro a uno se mantienen
Hablando a las gentes : “mi marido”...”mi mujer”
Quizás a ese sentimiento de culpabilidad disculpada;
El dolor de espinas añejas clavadas.
Se contemplan en silencios
Agonizante desciende la ternura,
Y el templo de la pasión
Se desploma a sus pies.
No tienden al viento los te quiero,
Con el beso de antes de dormir disimulan
Y en el blanco lecho se dan las espaldas.
La penitencia sobre la almohada
Discute con la utopía;
Ella con aquel novio que siempre amo,
El con la amante infiel que se fue...
Así pasan los días;
Con las ventanas cerradas al sol.
Se contemplan en silencios
Con sonrisas forzadas,
Con los respiros quietos...
A la espera de que la muerte abrace
al mal ,al bien, pasando en el tiempo
sin bienvenidas y sin valor...
“cuanto duele la soledad que se siente acompañadamente solo”
ANTONIA CEADA ACEVEDO