Cuando el polvo del sendero ya reseca tu garganta,
cuando tus lágrimas atragantan, y en barrizal vuelven camino,
cuando la ruta zigzaguea evitando los placeres,
colérico Zeus, desdichada Ceres, y Baco sin gota de vino.
Cuando la musa de sus labios, ya no trova con la tuya,
cuando el miedo te apabulla, con guadaña bien a mano,
cuando el beso del hermano, afilado fue a tu espalda,
y su cruel ponzoña amarga, profanó lo más ufano.
Cuando, siendo tú tan niño, pedagoga fue la duda
de una lección ceñuda, que pasó sin saludar,
los talones hubo quebrar, y el paso vacilante
convirtió al sibilante, en un romo desplomar.
Desdichado y rencoroso, consternado y vacilante
asediaron al vigilante, y lo hicieron ignorar
que aquello que lo mantenía, en formol y ambrosías
tenía contados los días, y pronto habría expiar…
Tus cimientos se derrumban, la argamasa no los une
tus pecados al alma punen, es hora de pagar,
la existencia pierde sentido, y el dolor te entumece,
avistas de lejos tus mieses, y te preparas a reposar.
Más el siguiente renglón aparece, con perfidia en su resaca,
el gallo, de tu sueño, saca, y te hace desperezar,
enjugas los ojos hinchados, resoplas por tu desdicha
y un evento inesperado, te lleva a reconsiderar
Que tu vida, tan decrépita, ha florecido de nuevo,
no recuerdas porqué sentiste, tan pesado el respirar,
los temores, son ahora problemas, de factibles soluciones
e ignorando tus sabañones, te vuelves a reincorporar
Nunca sabes que te espera, en los albores del mañana,
sanitaria fue la cama, y glorioso el despertar,
la ducha matutina, al fin cambió tu cara,
un buen desayuno y, el mundo, para merendar…