Se calza el silencio
con el alboroto jocoso de las golondrinas
Y un travieso perfume de azahar
se cuela por las líneas perfectas de mi ventana;
pavonea con encanto
naufragando en el mar de mis sentidos.
¡Amanece en mí!
Un recital de razones
me invitan a subir el umbral
de la caricia exacta…
su tallo rosa duerme en su “camita”
Y su piel es infinita,
Y su luz juega con mis ojos,
ojos que buscan la otra tez
de ternura azul donde se aquieta mi mirada.
¡Amanece en mí!
Y camino con el tiempo
en un poema que asciende
a las mareas altas
donde reestrenarme pretendo
como capitana de este bejel.
Y hago el amor con la vida
devorándonos los retales de la carne
y bordando cantos vírgenes
en el papel de la existencia.
¡Amanece en mí!
Y el alba en el canalillo de la pureza
origina dentro libertad y alegría
que contagia las conciencias
de los vencedores y los vencidos.
¡Y Amanece en mí un nuevo paisaje!
Antonia Ceada Acevedo