El celoso céfiro con su fuero imponente
de mi te quiso alejar, no pudo ni con mil
olas del mar.
La impetuosa Cloris en tu honor se dejó seducir, salvándote... trayéndote aquí.
así pudo el amor sobrevivir.
Todo conspiraba a nuestro favor,
Flora se dedicó en total bendición
a adornar el bosque.
Nos cubría con un sólo rose, sin
evitar el toque.
Aquí floreció la divinidad, su mayor
esplendor culminó en unión.
Venus haciendo alardes de galantería
te arropó con su vestido, abriendo
el camino.
Cupido no hizo falta, pues ya su flecha
estaba en mí, así fue como te vi.
Ese día consumamos la historia, la que
nos llenó de gloria, como himno de
victoria. En nuestra memoria
duradera; la primavera.