CAPÍTULO 4. Un nuevo intento
A la mañana siguiente Luz Marina amaneció más entusiasta que nunca, pensó que tal vez el ángulo de su ventana no le permitía ver claramente el cielo, y por eso no había podido ver las estrellas.
Había que darse una nueva oportunidad y ella estaba dispuesta a dársela a sí misma a ver si por fin podía contemplar esos lunares con que el cielo adornaba su cara en las frías noches de Estreciel.
Al atardecer de aquel día, no le comentó a su hermana Lucía la experiencia de la noche anterior, sólo la invitó a que salieran al balcón de la casa apenas anocheciera para que sintieran la brisa fresca de la noche. Claro que era una treta para que su hermana no sospechara que ella lo que en realidad deseaba era tener la oportunidad de observar el cielo abierto a ver si por santa casualidad podía contemplar las estrellas.
-Me conformo con verlas aunque sean opacas, ya tendré tiempo de ver su verdadero brillo, pensaba a sus adentros.
Su hermana como de costumbre accedió; y juntas salieron al balcón de la casa a contemplar el cielo nocturno de Estreciel aquella noche, con el mismo resultado de la noche anterior. Una niña veía luna y estrellas y la otra veía la luna en solitario.
Una vez más, Luz Marina pudo comprobar, que Las estrellas seguían renuentes; no querían retratarse en sus pupilas de niña soñadora que buscaba en el brillo de esos cuerpos celestes la oportunidad de ser una niña estrecieleña como todas las demás.
Luz Marina se sintió abatida, pero no quería llorar, no era el momento de hacerlo, mañana será otro día y ya habrá formas de enfrentar tan molesta situación.
Ya no desde la ventana,
ahora desde el balcón
comprobando que su hermana
veía estrellas a montón.
Continuará...