Los besos de tu alma son eternos,
como el color infinito del cielo,
tu corazón se entrega al silencio
que recojo en mil horas de adoración,
no sé si es cierto lo que siento
cuando me hablas
y me miras con amor.
No en vano has llegado a mi vida
con esa mirada de luz y de paz,
de locura, de entrega nocturna,
con ese hablar de voces lejanas
que navegan universos sensuales.
Te quiero, diosa de todos mis sueños,
calor entre mis venas enloquecidas.
Me acobijas con el tierno suspirar
de tu piel cubierta de flores y rosas
que perfuman mi tormenta adormecida.