Lucero Moscoso

¿CUÁNDO UN EPITAFO?

 

Tanto he mirado desnudo tu universo

que meditado en su fragmento ciego

lo que de ti del mundo me ha alejado

quebranta de mi a la muerte el miedo:

 

“Para qué la estrella muda

para qué tanta malva luna

sí en ti toda noche y cielo

afilan del deseo el fuego”

 

Caídas en racimos las palabras satisfechas

conjugarán el zafiro que trae tu presencia

y estallarán tu fuente como la vez primera:

 

“Para qué los mares dulces

para qué los edenes azules

sí en ti todo temblor y alud

recupera de mí  la juventud”

 

Si alguna vez naufragada mi bravura muere,

a quién devolverás el torrente de la sangre

sí he sido yo quien ha arreciado su corriente:

 

“Para qué los lúdicos paisajes

para qué tanto aceituno valle

si en ti toda semilla y cosecha

espanta la vejez que asecha”

 

Iré abstraída tras los frívolos pasos de la nada

como quien  impensada en cenizas coronada

del piélago de la vida sin querer sale azorada:

 

“Para qué la fábula muerta

para qué la quimera yerta

sí en ti todo dolor y aridez

hizo tus encantos florecer”

 

Y cuál será el epitafio que a ninguno confunda

cuando hubiera mi cuerpo reposado su pavura

si mi alma aún fugitiva de la vida feliz te busca:

 

“Para qué los vasos llenos

para qué tu amor sincero

sí en ti todos los misterios

sepultados me son ajenos”

 

© Derechos reservados

Propiedad intelectual Lucero Moscoso