Sea en mi corazón el interés puro hacia ti y la memoria firme
para que no pierda la costumbre de sentirse así
como un elixir agitado antes de tomar.
Tomar un sorbo con temor en el temblor de tu mano afín.
Aunque la escondas la veré de cualquier manera.
Tu vida cambia y la sortija cambia de dedo
significando un camino distinto, a un paso una vez pensado
imposible,
sin embargo, siempre te apareces, ala batiente
de una sonrisa mayor a las circunstancias.
Si me guías, flor vendada, sin mancha ni doblez, de tu labio iré.
Tienes que ser tú quien abra el milenio donde posarme
con mis mil alas llenas de costumbres lejanas.
Hazme en las manos un símbolo del hogar por hacer.
Jugemos a la constelación del Conejo y la Luciérnaga.
Mañana puede suceder que seamos pintados de sol y salitre.
Entonces sabrás que quiero acostumbrarme a la cercanía tuya.
Para no perderla.