Ha llegado la noche; la fresca brisa del lugar despierta apacible sentidos carnales que invaden nuestras mentes, el viento arrastra suavemente el color del romance; se agitan los poros del cuerpo y el corazón respira suspiros frenéticos.
La vid que recorre nuestras venas, aviva el fuego exaltado y ha liberado el deseo escondido que grita en silencio libre albedrío.
La conversa ha terminado, llega el lenguaje de los sentidos y tímidamente se deslizan mis dedos esperando que no me detengas, pues recorro un camino indescifrable, intentando tocar la cúspide del monte de venus y despertar el torrente de pasiones que duerme sereno.
El instinto animal no quiere testigos, entre la penumbra de una esquina encuentra refugio; el tiempo se detiene, es el momento, no hay forma de contenerse, las palabras sobran, el frenesí se adueña de nuestros cuerpos y arremeten exaltados arrancando gritos que callan.
Un nuevo día ha empezado, una nueva pasión brota en mi vida.