Más hechizante que el resplandor alrededor
de la luna, es el índice sensible
de tu mano con cual tú, mi amada,
apuntas hacia ella.
Más cautivador que el vuelo de un Ave,
es la risa dulce en tu boca que despide su aire.
Más elocuente que los Madrigales que pudiesen describir
el brío de tus ojos callando el silencio,
son aquellos, tus cantos en Odas que me dicen...
¡Te quiero!
Amada mía, por el sabor de tus labios
soy el esclavo de tus besos.
Por el calor de tu piel soy el esclavo
de tu hermoso cuerpo.
Por la rosa de amor que florece en tu interior,
soy el esclavo sus blandos pétalos.