CLIVAS DE AGUA
En la hechura del nido de colibrí,
En el vuelo detenido
Un aparente gesto parecido a tu sonrisa, Amor;
Azul trasnocho que resuena,
Suerte de viento que despeina.
Hojas de liviandad,
Parvas que infiltran la luz del rocío…
Recogiendo por las carreteras la belleza,
Lleno mi cestón de bajitas nubes,
De cortes montañosos ribeteados contra el rio.
Estoy a merced del cielo,
Tan cercano a la tragedia como a la palabra.
Con una mano
Cubriéndome los ojos
Y con la otra acariciando la mirada
De quien ahora ama.
Estoy parado frente a la montaña que me llama,
Con voz de agua de cascadas,
Con lenguas de niebla que hablan:
Los tiempos están rotos,
Y las manos que lo componen acarician la balada,
Se agarran de la gravedad de la pestaña,
Se sueltan a una melodía
Por mí jamás entonada,
A una música que por las paredes,
Por los libros,
Y por las musas se derrama.
CUERDAS DE PESCADOR
Guardas las moradas,
Que jamás amanecer ha visto,
Llevas la estrepitosa espuma que desfigura el curso
A arremansarse en el interior
De mis nacientes aguas:
Que otra cosa podría ver,
La encandilada luz que perfora los colores,
Bebe arrebatos que esculpen enormes escalones,
Que se comen la montaña.
Como asciendo,
Sin que me salgan en la piel escamas,
Mientras persigo
La resbaladiza cola del arco iris…
Me veo,
Con el tercer ojo arponado por un claro de luna,
Y veo al rio que me vio pescar
Disolviendo la música del cauce,
Confeccionando la espuma
Que escapo de mis almohadas.
SEÑUELO PARA LA IMAGINACION
Mira la luz en esas copas,
Son como el ancla que le falta para las barcas del cielo,
Son al otro lado del puente,
Un útero maduro hinchado interiormente de sueños.
Pasa el dedo de la curiosidad
Por el rabo de la nube.
Va al fondo,
Y regresa por oxigeno,
Porque salir vivo del elemento por un segundo,
Es ir por un año luz para el momento.