Quería ser la niña, que se escondía en medio del trigo de mi mama, para que no me pegara, rodeada de mis gatos y perros, con mi cabello del color de las espigas doradas y los pies descalzos con tierra.
Quería ser la niña que hacia grandes agujeros, bajo el naranjal donde echaba agua para ser una piscina y me metía dentro en con el bañador negro y que cuando me iban a coger las empleadas, me tenían que meter en un tanque cogida por lo tirantes cruzados en la espalda para quitar el lodo que tenía en mi cuerpo.
Quería ser la niña que en la playa andaba en los hombros de mi Padre y mar a mar dentro, mientras el tenia pié.
Quería ser la niña que metía los nidos con huevos de pájaros en los bolsillos y que sin querer los machacaba y ensuciaba lo bata con los huevos.
Quería ser la niña, que andaba en la bici de mi hermana con los neumáticos sin aire, por la avenida de la finca.
Quería ser la niña, que no tenía miedo de nada, solo de la tormenta, que se metía en el ropero y tapaba los oídos y cerraba los ojos, mesclada con los abrigos y trajes colgados.
Quería ser la niña, que soñaba, que creía que las estrellas tenían angelitos y que el sol era el ojo de Dios.
¡Quería, tanto! Sé que por infelicidad no es posible ni puede ser, a mi edad, estaría con arterioesclerosis, sé por infelicidad, que es así. Lo he comprobado con mi Madre, que solo hablaba de un sitio llamado Veiga y hablaba con sus hermanas. Su entorno no existía, solo su niñez y sonreía, estaba feliz, mientras yo lloraba.
Cuanto echo de menos el pasado y el vivir sin preocupaciones, la única que tenía era escapar de las manos de Mama, para no llevar una paliza.
La niñez se fue, no volverá, en aquellos tiempos ni me pasaba por la cabeza mi futuro. Pero este se ha volcado presente, tan distinto, tan complicado, tan lleno de angustias y pesadillas, que me refugio en los tiempos en que no sabía que había un después.
Supe lo que significaban las palabras, la maledicencia, la mentira, la ingratitud y muchas cosas que es mejor ni en ellas pensar.
Y he llegado a hoy, antes de venir a escribir, anduve con la manguera, a lavar los patios a regar el césped, las paredes de la casa y a regar las flores, por eso me he acordado de mi niñez, creo.
Nunca he dejado de ser niña, ni media salvaje, soy naturaleza, me doy cuenta que mi interior es el mismo, por eso quizá sufra más que otros.
Me da gracia cuando dicen que soy elegante, que tengo un porte impecable y que me envidian. ¡Si supieran lo que pienso, mientras ando de un lado para el otro!
Aun hace poco tiempo andaba a las escondidas con la nieta y mi sobrina, me metía en todos los armarios donde enroscada cabía. Hoy no hay niños en mi casa, por eso no lo hago, pero de cuando en vez una pequeña trastada me gusta hacer.
El alma es eterna, si la puedo conservar niña mejor, por lo menos no tiene maldad, ni malos pensamientos, así pues, mientras lo consiga con mucho esfuerzo la conservaré.
Por muchos años que viva, la niña en medio del trigo dorado, vivirá en mí. Lo deseo y lo quiero.
La vida, tiene que ser una dulce paloma blanca, que posa en las manos y es símbolo de paz. Yo así quiero vivir, el mal humor de los demás no me afecta. Es bueno ser como soy y que tenga siempre salud, para disfrutarla a mi manera.
Oporto, 27 de Marzo de 2012
Carminha Nieves