Alberto Angel Pedro

Juan Patricio, El Presidente

¡Qué cambiado en su persona está Patricio,

desde el día que lo nombraron Presidente!,

no se porta cariñoso con la gente

que le diera tan jugoso beneficio.

Y es que nunca había tenido tal oficio,

pues, hoy, viste un traje negro, americano;

pareciera que se olvida que es humano,

que la gloria de su puesto será corta,

¡mas parece que al imbécil no le importa,

pavoneándose en las calles tan ufano!:

¡Miren, miren!, ¡qué soberbio se comporta!

 

No es el mismo, cuyo roce era tan grato,           

¡hoy es tosco y desabrido en cualquier gesto!,

¡pero ayer fue un adorable candidato

que buscaba acomodarse en alto puesto.!

 

 Era ayer, en absoluto, un caballero,

 que al anciano, saludó con cortesía;

 que al paupérrimo su mano le extendía

 y a uno que otro huerfanillo dio dinero.

 

 ¡Cuántas risas Juan Patricio suscitaba

 al tocar las vecindades, puerta a puerta!.

 ¡Qué distinta era su charla, tan abierta,

 cuando amable nuestras casas visitaba!

 

 ¡Qué decir de sus eventos de campaña!,

 cuando, a fin de asegurar su posición,

 regalaba empanadillas con jamón;

 ¡además de sus reservas de champaña!.

                                            

Ya tan pronto se instaló en la presidencia,

se propuso engrandecer todos sus bienes:

En huatulco se compró una residencia

¡y en el banco ochenta mil euros ya tiene!.

Te aconsejo que, si husmear hoy te entretiene,

investigues que es verdad lo que asevero;

ya que, incluso, se compró, en Puerto Madero,

un gran yate, que utiliza en vacaciones;

¡pues el ser un funcionario con dinero

le permite disfrutar mil emociones!

 

¡No saluda a los amigos de su infancia,

que en el barrio sólo son trabajadores!;

¡sus amigos son los ricos productores,

que transpiran megalómana arrogancia!

 

Hoy, sus gustos, en verdad, son muy distintos,

¡quedó atrás, en el pasado, la cerveza!;

¡pues el bebe sólo Vodka, vinos tintos,

el poder se le ha subido a la cabeza!.

 

Pero... ¿quién nos manda a verlo como a un padre?,

¡más sabiendo que sus tratos son de bruto!;

pues, la culpa no es del indio, que es astuto,

¡es del tonto que lo vuelve su compadre!

 

Pues, el hombre, en un patán se ha convertido,

de tal forma, que parece hoy admirable;

hoy, su puesto, lo ha hecho un ser casi intocable,

¡con qué cosas Juan Patricio me ha salido!.

 

 

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