En el balcón de un palacio que se sostenga en la montaña,
Sin temor a caer al precipicio donde la muerte aguarda.
Allá donde el viento se mueve en corrientes tan finas
Como la berrera que separa tú vista de mi vista.
Ahí ofréceme un baile que recordemos a cada instante.
Al compás de los latidos que unen a un par de amantes,
Que no permiten que sus miradas se aparten,
Que tienen a la soledad como testigo de la ilusión constante.
Ahí admiraré la obra del más perfecto escultor
Ahí apreciaré el magnifico trabajo del gran Dios
Ahí será donde descubra que belleza como la tuya no hay dos
Y que para mis ojos no existe escultura mejor.
Y que la música haga vibrar mi sentir
Para así mi alma darte a descubrir.
Y que entiendas de una vez que en mí,
Es donde puedes confiar todo tu existir.
Y ante aquella escena tan dichosa
Los mejores pintores harán de nosotros su obra.
Tardándose ya sea minutos, ya sea horas,
Con tal de plasmar la atmosfera más encantadora.
Y que sepa el mundo que esto no es un juego
Ni una escena actuada cómo las que admira el pueblo,
Si no un momento de amor y de entendimiento,
Un momento donde se comprende cual es la misión que manda el cielo.
Que la única misión es amar, como yo lo hago en este poema
Que es un escrito para saber que es lo que piensas.
Y si tú me concedes todo lo que aquí te pido,
Podré entonces comprobar que tú eres para mí el arte más fino.