La sangre corre por su frente
Sangrando sus ojos hinchados
Llevando sus vestidos rasgados
Y un corazón doliente
Un azote marcaba la hora,
Y un madero presente esculpido
Recoge el hombro partido,
Y así, marchaba hacia su propia sombra.
Su corona alucia punzantes
Su ropa no era elegante,
Y mas la gente lo tenía abatido,
Su gracia era demasiado grande.
Todos le llamaban por su nombre.
Otros, blasfemo le decían,
Cual oveja al matadero iba,
Para pagar la impagable.
Pues así llegase a su cause,
Como una presa a la muerte inicua,
Echaron suerte sobre su linaje,
Le padecían a carne viva.
Así, fue alzado entre multitudes,
Desecho de hombre clavado, lucia
Así murió en la cruz colgado
Y entre sudor y lágrimas, dijo todo esta consumado
Allí entre bárbaros, levantase las mejillas,
Un clamor de perdón brotaba entre sus labios,
Y todos entre espadas y escarpias lo escupían,
Lo encarnecían entre insultos de tanta homilía
El ultimo clamor de deseo,
Entre sus ojos rojos llenos de llanto,
Dejo caer su rostro lento poco agraciado
Y en suspiros en la cruz hecho el descanso.
David Soto