Un día, bebiendo café helado en un vaso de cristal,
Sintiendo el palpitar del invierno,
Sintiéndome yo; todo el mes de enero.
Decidí leerte para robarte de apoco.
Trate, de que tu alondra, te fuera infiel Conmigo;
O con eso que era antes de esto que soy.
He de suponer que la inutilidad es mas tangible
En lo abstracto.
No quiso tu alondra,
no dudo quedarse inmóvil en tus versos
O en tus huesos.
No dudo en serte fiel.
Un día decidí robarte palabra por palabra.
Asumiendo ya míos tus adjetivos,
Tus frases claras. Gigantes. Elegantes.
Quise robar cada acento, cada palabra,
Incluso aquellas palabras que Decidiste no usar.
Quise cruzar el umbral de tus mentiras y tu VERDAD.
Quise adherir a mi eso que eres cuando escribes.
Quise brillar atento al fuego de tus versos.
Quise, ese día, dejar de sentirme enero.
Hoy me faltan algunas lagrimas de luz,
Que guardaba para cuando no encontrara mas luz que hurtar.
Hoy me falta el único sentimiento digno que me quedaba,
Que guardaba en el recoveco más distante que tengo,
Por el temor de que me supieran débil.
Mientras intentaba hurtarte, asirte en estas sombras,
Manchar tu encanto con este transparente gris;
Fui sabiéndome, cuando ya nada podía hacer,
Parte de tus versos y de tus huesos.
Por eso procuro saber de ti.
Por eso giro en tu orbita
Como gira el planeta más pequeño alrededor del sol.
Por eso hay equinoccio y poemas
Del alma, en mi alma.