Se pierden las lágrimas,
los senderos se vuelven caminos de muerte,
nada aminora la ansia de vida,
las tierras fertiles mantos blancos su alfombra;
desfile demacrado y sin esperanza.
Ya la inocencia de la niñez se transforma
en un grito de ayuda;¡ mamá tengo hambre!
La angustia se vuelve pandemia,
por la ineptitud de los privilegiados.
Bendita naturaleza que nos recuerda,
que tan débiles somos ante el poderío de sus reclamos;
ya los pastizales se vuelven desiertos,
los ríos solo fango de lo que un día fue manantiales de vida,
rayos solares que pierden su fuerza ante la gélida tormenta
que impávida se posa como ama y señora de las regiones inhóspitas...
Entre lamentos de dolor,
se escucha el grito desgarrador
de la madre horrorizada ante la vida perdida
de su ángel desnutrido,
por no tener con que alimentarse ese ángel de Dios..
Los pueblos solo son guarida de fantasmas abandonados;
ya no existe vida, sus moradores se pierden
en los caminos decorados de cascajos y de olor a muerte.
Ya se invaden las grandes metrópolis
con los temerosos moradores de un mundo tan irreal,
se decoran sus calles con mendigos
pidiendo un pan que comer..¡vete a trabajar el murmullo
y una mirada de desprecio!