Fue aquella noche,
cuando te vi parado
fuera de la iglesia,
que sentí una chispa
como algo que se encendió,
en lo más profundo de mi corazón...
Tú no me viste,
pase totalmente desapercibida,
pero yo si te vi,
y en mi memoria
se quedaron grabadas
tu cara y tu hermosa sonrisa...
Esa sonrisa ya no la volví a ver,
hasta muchos meses después,
cuando tu Señor, se volvió mi Señor,
y entonces todo el panorama cambió...
Hoy desde aquel día,
tengo la esperanza,
y no paro de pedirle a nuestro Dios,
que tu corazón me escoja,
que algún día,
pueda llegar a ser tu esposa
como aquella noche,
cuando mi corazón
a ti te escogió...
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©2012 Marcela Murillo
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