Mal de ojo
En mi cárcel, sin barrotes,
de exilio un tanto plomizo,
con mi espíritu huidizo
cual toro dando derrotes,
cuento días, con palotes,
sobre una pared los trazo
esperando que un chispazo
haga la cárcel cascotes,
liberando a los galeotes
que hacen navegar la nave
y cada uno, como un ave,
volarán cual angelotes.
Sin un llanto quebradizo,
plantando cara al futuro,
que se nos antoja duro,
como tal, antojadizo.
No añadiré ni un postizo
al futuro que me aguarda,
si esta vida pinta parda
manejándola un chorizo,
que se cree muy seguro
pero que no me acobarda,
de manera muy gallarda
un mal de ojo yo auguro:
Todos esos monigotes,
junto a sus advenedizos,
un porvenir inseguro
para casta tan bastarda.
© Eduardo González Cuartango
02/04/2012