Víctor Sorchaga
**La susodicha rosa**
Encerrada por mil espinas
y entre cafés y ancianas hojas,
arrebolada de mejillas,
asomaba una bella rosa.
Al verla fue tal mi devaneo
que ensanchó mi negra pupila,
encendió mi tibio brasero
y sirvió de grato colirio
a mi húmedo iris que en delirio
miró y miró a la susodicha.
Mas quise quebrar con cincel
la hechura perfecta y puntosa
que encerraba en sí tal carisma.
Pero llorar quise a granel
por el dolor y la congoja,
por el ardor y la zozobra,
que me causó el que ni en corcel
pudiera llegar a la cita.