Después de todo,
que sencillas se tornaron aquellas horas,
Continuidad de ilusiones, paréntesis fugaz,
propuestas que se hacen caricias,
arte en la mirada, osadía de vino dulce.
Tus muslos fueron mi perdición, y tus labios Pandora,
y en minutos me rendí, sabiendo que aquello era el preludio
de lunas menguantes de andaluz aurora,
de sentimientos intermitentes, de vendaval y augurio...
Canciones sabinescas que acompañan nuestros besos,
Canciones sabinescas que embellecen la noche,
Y noches palpitantes que se embellecen
Al calor de tu presencia. Cuando apenas tu, cruzas mi puerta.
¿Cómo voy a olvidar las noches en que me invadió tu aliento?
¿Cómo voy a claudicar en reclamarle a la luna
que brille, ígnea, cómplice, provocadora
y me permita una vez más, arrebatarte
horas interminables, sublimes
tan llenas de ti, lumbre y delirio?
Y al terminar la noche, un nuevo día impera con el alba
Y los puntos suspensivos imperan
al cruzar tú, mi puerta